Románica de finales del siglo XII o principios del XIII. En su caserío destaca la silueta de una iglesia que luce un ábside semicircular de finales de siglo XII. Consta de una cabecera con remate semicircular, torre cuadrangular al norte y portada al poniente. Posee una colección de canecillos muy selectos por su variedad y la forma en que están labrados. La cabecera se compone de ábside semicircular, alzado sobre un banco de fábrica y cubierto con bóveda de horno sobre imposta de listel y nacela, dividiéndose al exterior su tambor en tres paños mediante contrafuertes preismáticos que alcanzan la cornisa, del mismo tipo a los que marcan la transición del paramento curvo al recto del presbiterio. La torre es de planta cuadrada, su planta baja es abovedada con crucería. Hoy hace funciones de sacristía, siendo elevado y posmedieval el acceso exterior al cuerpo de campanas. Plenamente románica es la hermosa pila bautismal hoy conservada en el centro de la nave, a los pies. De copa troncocónica de 123 cm. de diámetro por 60 cm. de altura, muestra el interior avenerado y e alza sobre un basamento moldurado de 21 cm. de altura. Decora la embocadura con una cenefa de entrelazo y el frente con una sucesión de arquillos de medio punto sobre finas columnas que individualizan sus basas y capiteles, éstos lisos o con hojitas. Se inscriben en los arcos catorce figuras, combinándose en ellas la fauna real y fantástica, con un león rampante de rugientes fauces, un ave, tres arpías (una de ellas rugiente, de ojos saltones y acalorados cabellos) dos híbridos de cabeza felina, cuerpo de ave y enrosca cola de reptil, uno también rugiente, así como siete figuras humanas. Una de ellas, intercalada entre los híbridos, es femenina, de prominentes ojos, viste toca con barboquejo, ajustado ceñidor en su brial y capa con fiador que la figura sujeta con ambas manos. En las seis figuras restantes reconocemos a otros tantos apóstoles, portadores de libros que bien señalan con otra mano al libro o bien muestran la palma, salvo la figura de San Pablo (identificado por su alopecia) que porta una filacteria y la de San Pedro, portador de las llaves. Pese a la cierta rudeza de la talla, las figuras están dotadas de un notable encanto, demostrando además el escultor su inspiración en los motivos característicos de la mejor plástica del románico final. En lo iconográfico, aunque no existe un programa como tal, el arista plasmó la neta contraposición entre el camino del bien y del mal mediante el contraste entre los maléficos híbridos por un lado y los apóstoles por otro, éstos garantes y portadores del mensaje que conduce a la gloria, camino al que se ingresa a través del bautismo. Más dudosa nos parece, sin embargo, la identificación con la Virgen de la figura femenina que sostiene el fiador de su capa. El Retablo Mayor es de estilo churrigueresco, data del año 1720, y fue donado por Diego Pérez Camino y Tomás López Zamarro. Esté presidido por una imagen de San Esteban Protomártir. Existen otros dos retablos, de épocas posteriores y de estilo rococó. Son el retablo de las Ánimas y el retablo de la Virgen del Carmen.
menos..