(
Villamiel de Muñó
)
Es de estilo gótico, con dos naves. Su mayor tesoro es la pila bautismal románica del siglo XII, que presenta una asombrosa ornamentación a base de esculturas, la gran mayoría, bíblicas, y enmarcadas bajo una arcada. Esta pila es una de las mejores de la provincia de Burgos. Se encuentra ubicada en la cabecera de la iglesia, junto al altar y en el lado del evangelio. Asentada sobre un basamento circular moldurado con un bocel de 35 cm de alto, una copa, troncocónica, mide 134 cm de diámetro por 62 cm de altura. Decora su embocadura con un bocel sogueado bajo el que corre una banda de engranaje entre dos bandas lisas y el frente presenta una sucesión de escenas cobijadas bajo arquitecturas figuradas. Estos arcos con nichos o dobles nichos en sus enjutas, son de medio punto y apoyan en columnillas finamente labradas, con capiteles vegetales, fustes entorchados y basas obre plintos. En los dos primeros arcos vemos representada la Anunciación, con el arcángel, de rizada cabellera, dirigiéndose a la Virgen con su diestra y sosteniendo en la otra mano una vara rematada en flor (signo de la concepción inmaculada que anuncia), mientras María, vestida con manto, túnica y velo, alza contra su pecho sus manos extendidas con el típico gesto de mostrar las palmas. En los siguientes arcos reconocemos a seis apóstoles, entre los que identificamos al primero como San Pablo por su notoria alopecia, y el segundo como San Pedro, caracterizado por las enormes llaves que sostiene en su diestra alzada. Las actitudes las figuras son variadas: portan libros cuatro de ellas, una sostiene con ambas manos una filacteria y la restante muestra sobre el pecho la palma de su diestra y recoge con la otra un pliegue del manto. Sobre el espacio que ocuparían los dos arcos siguientes se representó la gran figura de un rey a caballo alzando con su diestra una espada y embrazando un escudo de cometa. Tras él, ocupando nuevamente el espacio de dos arcos y superponiéndose a la columna que los divide, asistimos al combate entre un infante y un león. Viste el primero saya corta, pantalones por debajo de la rodilla, bonete cónico gallonado y embraza un escudo de cometa, mientras con su diestra asesta un golpe con su espada al león de rugientes fauces al que se enfrenta, rampante éste y posando una pata sobre el escudo de su oponente. En los dos siguientes arcos se representan, respectivamente, un deteriorado centauro-sagitario, que apuntaba con su perdido arco a la otra figura, una sirena-ave de cuerpo de reptil, pezuñas de cabra, rostro de efebo y paño sobre el cuello. El último arco lo ocupa un dragón de largo cuello, contorsionado hasta morderse una pata, mientras con la otra pisa su larga cola. El Retablo Mayor data de 1711, es de estilo churrigueresco y fue realizado por Manuel de Barrio. Llama la atención el gran nicho trilobulado que encuadra el sagrario, así como la abundancia ornamental recogida en columnas, tarjetas y roleos a base de temas vegetales y hojarasca. Cuenta con otros dos retablos, que son gemelos y neoclásicos, que datan de finales del siglo XVIII, uno dedicado a la Ánimas y otro a Santa Bárbara. En ambos preside un gran lienzo representando a San Miguel sacando almas del Purgatorio y a Santa Bárbara respectivamente. Entre sus pertenencias estaban unas vinajeras, un cáliz y unas campanillas de oro que fueron robadas.