Saldaña de Burgos


Historia

La fundación de Saldaña de Burgos ha de situarse en los últimos quince años del siglo IX. En el año 884, el rey Alfonso III de Oviedo ordena al Conde Diego Rodríguez que funde la ciudad de Burgos y la proteja con un castillo.

Se cerraba así una línea defensiva que comenzaba en el alto de la Brújula, entonces llamado Cogulla, y concluía en el Pisuerga, más debajo de Pampliega. Burgos comenzó a crecer y, a su amparo, también un alto número de doblamientos en las orillas del Río Ausines, con intención de ocupar todas las tierras de la sierra y las comprendidas entre el Arlanzón y el Arlanza. Fueron años de gran actividad en los que, bajo la dirección de los condes de La Frontera, en virtud de la Ley de la “pressura”, los que primero llegaban se apropiaban de los campos abandonados, fundaban un pueblo y se constituían en concejo, se trataba de libertad, de democracia y de propiedad, los bienes que la Castilla entregaba a cambio del sacrificio que comportaba el vivir frente al enemigo árabe. Saldaña es un pueblo situado a la vera de un camino que sería con el tiempo uno de los nervios principales de la comunicación de España.

Este movimiento viario generó entre los primitivos vecinos una presión de atracción que les llevó al borde del camino, situada en la vertiente sur de los montes cántabros, era entonces cabeza de condado y girará muy pronto en la órbita castellana. De Saldaña, cabeza de partido al norte de la actual provincia de Palencia, vino naciendo un barrio, Las Ventas de Saldaña, dedicado al servicio de los viandantes, mientras el núcleo poblacional se dedicaba al laboreo agrícola. Saldaña es un nombre preexiste.

Saldaña era una villa importante situada en la vertiente sur de los montes cántabros. Era entonces cabeza de condado y girará muy pronto en la órbita Castellana. De Saldaña, cabeza de partido al norte de la actual provincia de Palencia, provinieron, muy probablemente, los fundadores de la villa. Según la costumbre de aquellas bravas gentes, el nombre de las nuevas poblaciones se correspondía con el jefe de grupo colonizador (Villariezo – Villa de Iriezo; Cardeñadijo-Cardeña de Atilo; etc); de alguna característica geográfica (Modúbar-montón de tierra; Cogollos-colina; etc); habría otras derivaciones, resultando los lugares de procedencia (Meneses de Mena, báscones de Vasconia, cuevagallegos o gallegos de Galicia, etc). Saldaña tiene su origen.

A pesar de la temprana aparición de Saldaña como villa del alfoz burgalés, el primer documento dedicado a ella es del 6 de julio de 1057, pero dos años antes tenemos otro documento que delata la anterior existencia de Saldaña, porque hace referencia a Saldañuela. Este nombre es derivación de Saldaña. Esta operó como villa matriz, fundando otro doblamiento al que llamó Saldaña menor o Saldañuela, pueblo que, efectivamente existió y hoy subsiste en la casa-palacio al borde de la carretera de Burgos a Soria y Levante. En 1044 se cita ya a villa Saldañuela en una escritura del Monasterio de San Pedro Cardeña, igualmente, en el archivo de Cardeña obra el documento por el cual sabemos que en 6 de junio de 1057, el matrimonio Pedro y Rutina venden al Presbítero Jimeno una viña que poseen en Saldaña, que linda con el camino de Burgos, con otra viña de Enneco y con el camino de Vallunquera. Don Jimeno paga 15 sueldos de plata por tal viña, una cantidad de cierto respeto en aquel año.

El documento, a más de introducir a Saldaña en la historia escrita, nos presenta a cuatro vecinos de la misma, a los primeros que conocemos: don Jimeno, el comprador; Pedro y Rutina, los vendedores y un colindante llamado Enneco o Iñigo. Es evidente que Saldaña ya es una villa perfectamente organizada, que es ya nudo de caminos y con más de un siglo de vida, tiempo que ha dado su nombre, aunque en diminutivo, a Saldañuela. Quince años más tarde volveremos a leer en Cardeña el nombre de Saldaña, esta vez en solemne y público documento que encabeza y firma el rey Alfonso VI, juntamente con los obispos de Castilla y León, con los abades santos de Cardeña, San Sisebuto; de Arlanza, San García; de Silos, Santo Domingo y otros abades, firman los grandes personajes del doble reino y los mayores oficiales de la Corte, sin que falte Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

¿Por qué tanta solemnidad? Porque el rey hace al Monasterio de San Pedro Cardeña una muy importante donación: entrega el rey las villas de Arcos, de Saldaña, de San Martín de la Bodega, de Vallejera (desaparecida), de Golpéjar, de Modúbar del Emperador y de San Clemente (desaparecida). Entrega estas villad con todos sus patrimonios y derechos y exentas de impuestos tal cono Sajonia, Abnuda, Fonsadera, aposentamiento de rey y otros. El rey traspasa su suprema autoridad al abad de Cardeña que por tiempo fuere. Saldaña entró en el régimen eclesial o abadengo que solía resultar, según la experiencia, más beneficioso que el señorial laico.

Esta donación y otras anteriores y posteriores provocaron la creación de un amplio dominio material a favor de la abadía de Cardeña que parece no gustó mucho a las autoridades del alfoz de Burgos, por cuanto mermaba el ámbito de su autoridad, y por tanto, sus beneficios. Hay un episodio revelador: en el año 1250, siendo abad de Cardeña, Don Pedro Jiménez, se cometió un asesinato en Saldaña. El vecino Diego Caro apareció muerto con violencia. Inmediatamente, el Merino de Burgos, acudió en la villa, exigiendo el pago de “homicidio”, es decir, el cobro de una fuerte multa pagada por todos los vecinos y que el Merino retendría hasta que apareciera el culpable. Pero el Concejo de Saldaña, reunidos por sus dos dignos alcaldes, llamados Ordoño y García, le hace saber al Merino que se vuelva a Burgos, pues en Saldaña no le corresponde ejercer la autoridad, toda vez que pertenece ésta al abad mitrado de Cardeña, según la escritura de 1072. Volviose el celosos Merino a Burgos con las manos vacías y apeló a la justicia mayor. Se celebró juicio en el claustro de la Catedral de Burgos y el abad y los vecinos supieron defenderse de la pretendida intromisión, pues el tribunal sentenció a su favor.

Pasan los siglos y Saldaña fundamenta su paz y prosperidad. En el año 1103 vemos citada una población llamada Villavictor, era una aldea, situada a 600 metros al suroeste de Saldaña. Al pago que llaman hoy de la Magdalena y que en el año dicho es citada como “mean villulam villmvictor …”La Magdalena debía ser la titular de la parroquia, que tras la absorción por Saldaña, quedó convertida en ermita. A mediados del siglo XVI todavía existía, pues se hallaba documentada en el archivo de la Catedral de Burgos.

La historia de Saldaña llena páginas en el siglo XVI con la creación del dominio de Saldañuela en provecho de Doña Isabel Cartagena Osorio, una controvertida dama que yace en la iglesia que fue de los Trinitarios, en la vecina villa de Sarracín. Doña Isabel vivió en la Corte Real desde jovencita y allí debió trabajar alguna relación de afectividad con el príncipe Felipe, luego Felipe II, el llamado rey prudente. El resultado fue que Doña Isabel volvió a Burgos con ínfulas alzadas, estableciendo señorío en Saldañuela donde alzó un hermoso palacio renacentista. Contra el señorío civil, criminal y en parte eclesiástico, además de hacendístico se opusieron todos; la ciudad de Burgos, la iglesia, las villas limítrofes que eran incluidos en él. Otra vez los alcaldes de Saldaña encabezaron la rebeldía. Se llamaban éstos Hernando de Ortega y Alonso de Puentedura. Pero no consiguieron nada. Los agentes del rey manejaban los hilos de la cuestión y don Hernando y don Alonso dieron con sus huesos en la cárcel, tras juicios y perjuicios. Hubo que aceptar la voluntad soberana y Doña Isabel, fallecida en 1589, disfrutó de sus privilegios.

Que fuera feliz ya es otra cuestión, parece claro que ella deseó ganarse afectos: fundó el convento de Trinitarios, hizo favores y adornó iglesias. La flor de lis de su linaje brilla en ornamentos litúrgicos como ocurre en Saldaña con una capa pluvial, probable regalo de la señora. La creación del señorío de Doña Isabel afectó a la administración municipal de Saldaña, predio centenario de Cardeña. Las relaciones del Monasterio Benedictino y los sucesivos propietarios de dicho señorío no fueron cordiales; los pleitos se sucedieron y en el siglo XVIII todavía discutían cuestiones de jurisdicción. Por su situación geográfica, Saldaña sufrió en su propia carne las consecuencias de la guerra de la Independencia y de otros conflictos, sin embargo, en la paz, la villa supo obtener los beneficios de los caminos de Madrid y de la sierra. En 1843 se ponderan las buenas instalaciones para personas, animales y vehículos que ofrecían las ventas del municipio. Parte de los 93 habitantes que entonces tenía la villa se aplicaban a este menester, los otros atendían al cultivo de los campos, especialmente al lino. La parroquia seguía bajo la advocación de la Santa Cruz y en el término resaltaba la ermita de La Concepción. En 1900, Saldaña sumaba 189 habitantes y en 1950 se contaban 185. Hoy Saldaña mantiene su pujanza en el sector servicios, su proximidad a las dos importantes vías de comunicación, Madrid-Francia y Levante, aseguran el porvenir. La cercanía a la capital provincial es también un factor positivo. Escudo: propuesta para escudo municipal.

Terciado, primero de sinople, al jefe dos bastones de mando de plata, puestos en sotuer, en punta manojo de tres espigas granadas, de oro. Segundo de plata: cruz latina vacía, de sable; flor de lis azur. Tercero de gules; castillo de Castilla, cargado de llaves (oro y plata) de San Pedro y surmontado de dos estrellas de ocho puntas. Al timbre corona real cerrada. Tenemos así, en tres cuarteles la mejor expresión de la personalidad de Saldaña: primero homenaje al pueblo en la recia conducta de sus dignos alcaldes, representados en dos elegantes varas de mando y homenaje al suelo de Saldaña y al trabajo de sus vecinos en las espigas de oro. En el segundo cuartel se significa la cruz que ha sido expresión de la villa en su parroquial y en sus documentos; la flor de lis recuerda a los Cartagena (Doña Isabel Osorio) y su jurisdicción sobre la villa. Las dos estrellas de oro del tercer cuartel recuerdan en el cielo de la historia a Villavictor y a Saldañuela, doblamientos creados por Saldaña y luego desaparecidos, y de la amplia armería del Monasterio de Cardeña extraemos el castillo de Castilla y las llaves de San Pedro. Fray Valentín de la Cruz Cronista Oficial de la Provincia de Burgos